sábado, 25 de julio de 2009

Creer es Crear

"Cuando cambias la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma", una frase que por si sola te atrapa, y que es el fundamento del mensaje de Santiago Pando.

La película Creer es crear, es un golpe bajo al mundo sordo y ciego del ego que invade al Ser, es la forma en que el Universo cuelga de cabeza en el árbol de la sabiduría, es una invitación a abrir los ojos por dentro.

En un mundo en el que nos hicieron creer que nacimos del pecado, que tener la razón es lo más importante, que la verdad ya está escrita; aparecen mensajeros como Pando, quien narra su historia personal diciendo una frase que impacta y deja frío a cualquiera: "Vivía en un mundo aparentemente maravilloso pero no era feliz. Era infeliz, sólo que estaba tan ocupado siendo importante que ni siquiera me daba cuenta".

¡Cuanta verdad!. ¿Cuántas personas exitosas y famosas están constantemente en terapias de alcoholismo, de depresión y de drogas? ¿Cuántas familias humildes siempre están dispuestas a dar al prójimo con una sonrisa en su rostro? ¿Que les falta a los que aparentemente tienen todo y que les sobra a los que aparentemente no tienen nada?. La respuesta: Amor.

Amor hacia uno mismo. Unir con amor lo que el miedo en algún momento separó. Perder la razón para encontrar el corazón, pues cuando se habla con el corazón se crea una vibración tan alta que envuelve a todas las personas que nos rodean.

Dejemos de vivir en el mundo de las apariencias, de ser títeres de alguien más, de juzgar.

Tenemos el poder sobre el 90% de las cosas que nos suceden. Encaucémoslo, no por la senda buena, ni por la mala, sino por nuestra senda, la que nos lleva directo al corazón.

Santiago Pando se dice asimismo "El mensajero" y aunque lo más importante es el mensaje; sin mensajero, no hay mensaje.

Ver para creer quedó en el pasado. Creer para Crear no es magia, es un acto de fé.

-Alma Bárcenas

viernes, 24 de julio de 2009

Cuentame de tu Dios

Entre canciones, silencios y libros, el tema se instalo en lo más profundo de la consciencia. Y no puedo dejarlo ir, continua dando vueltas en mi mente. Dios.
¿Quién es esa sombra que nos sigue toda la vida –incluso antes de ser conscientes-? Según Jung, es uno de los símbolos a nivel mundial más identificado. Pero ¿Por qué rendirle tributo? ¿Quién es? ¿Qué hace? ¿Qué relación tiene con nosotros? ¿Cuándo fue creado? ¿Quién lo creo? ¿Por qué tiene tantos nombres?

En fin, muchas preguntas ¿no?, ¿respuestas? Hay miles y muy variadas, incluso muchos filósofos –Platón, Aristóteles, Descartes - pasaron toda su vida tratando de responder las mismas preguntas que hoy saltan a la mente de más de uno. El único inconveniente es que cada uno de ellos vio su respuesta a través de sus ojos y sus circunstancias –también conocida como interpretación-¿Buena? ¿Mala? Ni buena ni mala, simplemente SU respuesta. El reto es empezar a preguntar y ser valientes para las respuestas que nos sean enviadas.

Sin embargo, preguntar es peligroso –no cualquiera se atreve - porque puedes llegar a puntos de no retorno, donde la única dirección posible es hacia delante y la mayoría de las veces ese camino que vemos en el horizonte es sinuoso con altibajos y curvas peligrosas.
Además, podemos preguntar un sinfín de trivialidades, pero preguntar cuestiones existencialistas es dar un golpe certero a la piedra angular de todas nuestras creencias y esto nos puede hacer tambalear, pero como por ahí dicen toda crisis es buena y más aquella que genera cambios.

Dios. Tenemos la palabra tatuada en la piel, en la mente y en el corazón, pero en que momento nos detenemos a razonar cual es su verdadero significado. Estamos tan preocupados por el devenir citadino y las preocupaciones de la edad moderna que no nos damos la oportunidad de pensar hacia adentro y decidir en qué creer.

En la cultura oriental se cree que el ser humano viene a esta vida con un fin a cumplir – dharma le llaman- y la manera ideal de poder encontrarlo y lograrlo es por medio de aprender a vivir en la unidad con Él.


La cultura occidental lo tiene estereotipado como un hombre de edad avanzada, con barba, montado en su nube y con un dedo acusador que castiga en base a reglas dadas en piedra.

No me considero atea, de hecho soy católica, pero desde hace tiempo el paradigma de las reglas y los estereotipos se derrumbaron. No creo que haya un Dios sentado en su nube vigilando a cada mortal y llevando una cuenta de los pecados cometidos. Creo más en un Algo –llamémosle Dios-del cual todos somos parte. Todos, sin importar color de piel ni divisiones fronterizas.

Ese Dios en el que yo creo empieza a llenar huecos que toda mi vida había tenido. Por ejemplo, aquella frase de “Dios está en todo y en todos”. Hoy la creo más que nunca y no por dogma sino por convicción. Dios está en aquella persona que solo con verla se te retuercen los intestinos, está en aquella persona con la que deseas pasar el resto de tu vida, está en esa persona que ni siquiera conoces y que jamás cruzaras palabra pero que existe, está en ese señor que te atiende en la tienda de la esquina, verdaderamente esta en todos. También está en todo, en la flor, en la piedra, en el árbol, en el sol. Dios es todo y todos.
Entonces salta la siguiente pregunta ¿Cómo no amar a Dios? Es fácil amarlo cuando la persona que tienes enfrente es esa con la que sueñas pasar el resto de tus días ¿no? Pero ¿qué pasa cuando la persona que está enfrente no es tan agradable a tus intestinos? ¿Difícil? ¡Mucho! El reto es grande pero las consecuencias son maravillosas.

Imagínate el fenómeno vibracional que experimentaríamos si en verdad nos diéramos cuenta que Dios está en todos y cada uno de los seres que habita esta tierra. Todos los problemas sociales desaparecerían y la paz reinaría en cada uno de los seres humanos.
No la llamo utopía, la llamo una probabilidad real. No estamos lejos de ese mundo ideal. ¿Qué falta? Que todos sumemos a la unidad.

Recapitulando. Si Dios está en ti, en mi y en todos. Y Dios es todo. ¿Entonces todos somos uno? ¡Sí! La humanidad entera es una. Todos somos uno. Atrevete a ser uno con el mundo y experimenta la sensación de la unicidad.

-queli

Consumismo vs Trascendencia

Después de un fin de semana de tranquilidad, naturaleza y muchos tonos verdes, lejos del ajetreo citadino, me dispongo a volver a la rutina con el fin de cada día dar un paso más para la libertad.


Sin embargo cuando dejo atrás el verde y empiezo a entrar en el gris, lo veo desde otra perspectiva; lo vi con ojos de reflexión y auto observación. Había algo que generaba disgusto pero no lograba identificar que era lo que generaba ese sentimiento de incomodidad. De repente lo vi, o mejor dicho, no pude ver nada. El campo visual estaba repleto de signos de pesos y no pudo ser más deprimente. No hay un solo espacio libre, estamos inmersos en una sociedad mercantil y consumista.

Hay demasiados anuncios y todos tratan de vender productos superficiales y para el ego, ejemplos, el último coche de lujo, la computadora más potente, el shampoo que te deja el pelo sedoso y liso, el medicamento que hace que te pare el dolor de cabeza casi de manera instantánea, etc.
La peor parte radica en que nos estamos acostumbrando a esta contaminación visual, y no hay peor salida a un problema que escudarnos bajo el pretexto de la normalidad. Después de reflexionar al respecto no me queda ninguna duda porque los citadinos tendemos a comprar todo, estamos tan bombardeados de anuncios que inconscientemente tendemos hacer caso a alguno de los tantos anuncios que vemos diariamente.
La buena noticia es que existe una solución. Si realmente nos adentráramos al SER, no necesitaríamos nada de estos productos de moda. La salud física y mental vendría como consecuencia de los buenos hábitos que trae la conexión con la verdadera naturaleza del ser humano. El consumismo, las marcas y las campañas publicitarias dejarían de existir porque no tendrían que vendernos nada para sentirnos mejor o más que el vecino, viviríamos en una consciencia plena y como consecuencia en paz.

Como dice mi amigo Amie, podríamos vivir en una sociedad autosuficiente no-mercantil. Cada uno trabajaríamos en nuestras pasiones –como consecuencia en lo que mejor hacemos- y la moneda de cambio seria el trueque. Ejemplo, si mi pasión es hacer muebles de madera dedico todo mi tiempo a fabricar muebles de madera. La pasión de mi vecino es plantar frutas y verduras, y a eso se dedica. El necesita muebles y yo comida, hacemos un intercambio de bienes y el dinero deja de ser un diferenciador porque solo tomas lo que necesitas de cada uno de los productos que los demás producen.
Somos agradecidos con el planeta tierra y como consecuencia lo cuidamos. ¿Explotación de tierras? ¿Deforestación de árboles? No existen, vivimos conscientemente y en armonía con la naturaleza, cuando cortamos un árbol sembramos diez.
Suena a utopía en un mundo color de rosa ¿no? Pues NO! El cambio de consciencia es trabajo de todos y cada uno de los habitantes de este planeta tierra. Te invito a que pongas tu granito de arena, muévete a la polaridad trascendental de tu ser y deja de lado la vida “civilizada” a la que estamos acostumbrados. No todo lo que hacemos es bueno solo por el hecho de que siempre se ha hecho de esa manera.

Raquel Pérez
-queli-